Cuando la niebla pase

Debajo y sobre el techo,

las manos caídas

de la tarde. Ni los escaparates

y sus sombras. Y son ocultos

procesos que ya no conozco;

se me escatima la verdad en unos indicios:

añoro el trasluz en los abrigos,

las letras impresas del anuncio,

una hora de tanto olvido,

un minuto del mejor momento.

Estarán pasando los tranvías de Granada

por los furtivos raíles del mañana

de jóvenes y libros llenos.